Empezamos bien

La idiosincrasia de Motor Carrera, una vez más, apareció en toda su magnitud. Ni los problemas conyugales, de faldas solteronas, de expedientes académicos ni otros temas secretos o conocidos han provocado -se comprobó ayer- que cambie la forma de ser de un equipo porque, ya se sabe, “ser de Motor Carrera es un sentimiento que no se pué explicar”. En resumen, que MC es el Atlético de Madrid de Hortaleza, capaz de ganar los partidos que parecen imposibles y perder los que, durante los diez primeros minutos, parece que lo va a tener controlado.

Y así empieza la crónica de un partido que perdimos pero que, como buen entrenador derrotado dice, si hubiésemos empatado habría sido lo justo. Como acaba el párrafo anterior, el dominio de las hordas rojas durante los primeros minutos era evidente, con una defensa hispanista que no lograba despejar ningún balón por alto que provocaron numerosas ocasiones de Álvaro que no llegaron a buen puerto por a) se puso las botas al revés b) pensaba en su deuda contraída con Luisillo de 50 euros c) el balón era un globo, como en los libros de aventuras, elijan la opción que más les guste. Sin embargo poco a poco el partido se fue haciendo una auténtica basura, aburrido y con el balón más tiempo en el aire o parado que en juego, lo que provoca que nuestro equipo pierda la capacidad de concentración y empiece a jugar a Dios sabe qué pero que no se le puede llamar fútbol salvo por ser el mismo balón y el mismo césped. Así terminó la primera mitad, añadiendo un penalti en contra provocado porque a Fernandito le apetecía ir de excursión al suelo y llevarse, de paso, a un delantero rival. Por lo menos el rival no parecía tampoco muy dispuesto a ganar el partido y mandaron el penalti fuera por bastante después de un mal golpeo.

La segunda parte transcurría con una sensación de empate a cero tan grande como las gafas de sol de Luisillo, aunque nuestro momento llegó cuando expulsaron (con azul) a un rival. Hubo un par –o tres- de tres contra uno que no supimos materializar, así como paradas involuntarias de Víctor a tiro de un compañero hicieron que se cumpliese en el fútbol la máxima “quien perdona, lo paga”. Así, en una jugada sin muchos secretos un jugador de His-p-p-p-ania se marchó tanto de Pedro como de Chechu dentro del área y cruzó el balón para hacer el 0-1 que fue, a la postre, el único gol que en la tarde de domingo subió al marcador figurado.

Desde Motor Carrera intentamos superar el golpe, pero no había demasiada triangulación de balón y los patadones no llegaron a buen puerto por el nerviosismo o el patapalismo de nuestros jugadores. Sin embargo, un centro al área resultó que fue despejado con el puño por un rival, ante lo cual al trencilla no le quedó otra que pitar penalti a nuestro favor a tres minutos del final. Cuando Charlie cogió el balón un unánime “¡no!” se oyó por todo el banquillo y campo y se decidió que lo lanzase Rubén, que algún gol de falta ha metido y se pensaba que tiraría de manera correcta y varonil, como benemérito que es. Sin embargo, lejos de lo que esperábamos de él, Rubén tiró mansito y sin esquinar demasiado un balón que el portero ni tuvo que despejar, simplemente lo atajó. Y con ese blocaje se esfumaron las últimas oportunidades de MC de empatar el partido. El pitido final hizo patente que, el Atlético de Madrid Carrera pierde su primer partido de Liga.

Apuntes de sociedad:

• En el primer partido no podía faltar la ausencia habitual, el clásico. Toni faltó por estar en la Pérfida Albión visitando a su novia asiática (la única, no crean que tiene una por continente). Baja a la cual hubo que sumar la de Luisillo que sigue de baja por su accidente de tráfico aunque hizo de míster.
• Y hablando del míster: debut en el banquillo sin que se cumpliese el dicho “entrenador nuevo victoria segura”. Si bien dejó su impronta peculiar al sacar a Charlie de delantero y a Luis y a Xaime a bandas cambiadas con lo que suele ser habitual en Motor Carrera.
• Respecto al público, la tónica de final de temporada sigue en la presente. Representación motorcarrerística en las gradas unipersonal, es decir, que Rocío es la única que se sigue dignando a aparecer por los campos donde nos jugamos la vida mientras nuestras demás amigas –o novias en el caso de algunos- pasan de nosotros tanto como Zapatero de ir a comprar ropa con sus hijas.
• Nula variación en la tabla de goleadores como era de esperar. Un partido, cero goles. Habrá que esperar al siguiente partido para ver si somos capaces de meter la pelotita entre esos tres palos blancos con una red llamada portería.
• Para el camarada demente Chocho fue un partido sin trabajo. Le tiraron un penalti fuera, paró una oportunidad, decidió no agacharse –será la edad- a por un balón fácil de manos que despejó de puntapié que tras dar en un rival a mucho nos hizo ciscarnos en sus muertos y, finalmente, recibió un gol. Difícil de parar, pero cosas más difíciles se le piden a alguien capaz de salir pitando para ver como el Estudiantes palmaba contra un equipo entrenado por…¡Pepu!. La idiosincrasia de su equipo de basket puede parecerse a la nuestra…
• Arbitraje no demasiado malo. El listón no lo ponemos muy alto en esta sección y por eso, y teniendo en cuenta que era un árbitro famoso por sus días de alcohol –al menos tiene cara de ello- y por gritar mientras se juega cosas como “balón!” “sigan” y otras, diremos que no fue del todo malo y que después de mi charla calmada en el descanso decidió hacerme caso y pitar las faltas de saque del rival.
• Tercer tiempo en el chiringuito habitual de los campos del Sporting de Hortaleza. Algunos alargamos este tercer tiempo hasta las 0.15 pasando por Bo Finn y por Venta la Segoviana (al lado de casa de nuestra única aficionada), esos algunos tienen nombre: Fernandito (previo paso por el hospital), Pedro, Xaime y Luisillo (que se trajo a Sherpa y Estela que si bien sudan de vernos jugar –Estela ya tiene bastante con un sólo Atleti para sufrir- bien que se apuntan a unas cervezas).

En esta primera crónica, como en todas, podéis añadir lo que os dé la real gana. Pido disculpas por el retraso pero como soy un parado –si alguien lee esto que no seáis vosotros, que me llame!- alargué el tercer tiempo tanto que ya no me quedaban fuerzas al llegar a casa para escribir nada. Tampoco perdéis gran cosa pero esperemos que la semana que viene todo se arregle. Ya saben, ¡participen que es gratis!

Al igual que SU GRAN ÍDOLO: MITO, ÉL; Rubén también falló un penalti en el peor de los momentos