Dos palabras, diez letras. Pronunciadas por el único representante en el día de hoy de las fuerzas de seguridad del Estado le dan fuerza de ley; y no seré yo quien le lleve la contraria.
El encuentro comenzó con buenas sensaciones motorcarrerísticas, que lograba llegar al área rival por las bandas haciendo algo increíble en este equipo: tocar. Sin embargo, serían los casacas azules los que golpearon primero. Un contraataque terminó en un uno contra uno ante Chocho, que si bien logró detener el disparo, la mala suerte quiso que el balón fuese a parar a un jugador rival. Y subió la apuesta la mala suerte cuando el disparo pasó entre las piernas del cancerbero demente y a escasos centímetros de la bota del capitán, número 10 y cronista.
Un gol que no descompuso a Motor Carrera y supo seguir tocando (¿Motor Carrera? ¿Tocando? Ya no se respetan los principios…). Primero, un robo en el centro del campo dejó sólo a Diego frente al guardameta azulón y la suerte volvió a aliarse con ellos ya que el disparo no sólo dio en sus piernas, sino que se quedó ahí atenazado. El desaliento no llegó y continuó el ataque del Ejército blanco que dio como resultado una jugada triangulada entre Álvaro, Diego y un servidor que quedó sólo frente al portero rival y supo marcar con la pata de palo. Sin embargo, no duró mucho la alegría en la casa del rico (la renta per cápita del equipo no debe ser baja) y una cabalgada por banda derecha terminó con golpeo desde fuera del área que el portero karateka quiso despejar con las piernas. ¡Error!
Un golpe duro del que costó reponerse. Con las fuerzas justas y lesionados varios intentando jugar el resultado podía ser mejor, pero no lo fue. El tercer gol llegaría en lo que los expertos han coincidido por unanimidad en denominar la segunda caída del telón de acero. Y es que el bolchevique infiltrado quiso demostrar que, al igual que el comunismo, él también falla.
A partir de ahí hubo una serie de imprecisiones y falta de fuerzas para bajar a defender que supuso el cuarto y último gol de la primera mitad.
Al comenzar el segundo tiempo y con la presión de tener que ser el que lleva la iniciativa, Motor Carrera no se mueve del todo bien y las jugadas de ataque eran poco productivas y cada uno comenzó a hacer un poco la guerra por su cuenta. Tanto fue así que Álvaro decidió ser portero en mitad de campo y una mano infantil supuso su expulsión. En el saque de la falta un golpeo desde la frontal fue desviado por un atacante que despistó a nuestro entrañable economista, que nada pudo hacer.
Ya no se movería el marcador aunque se intentó con jugadas individuales, contraataques, faltas, chilenas fallidas por parte de Charlie en la que se dañó el hombro al más puro estilo Óliver Atom y una colección de poca efectividad por la que seríamos despedidos de inmediato de cualquier empresa con bonus por objetivos (aunque tal cual estamos el objetivo es no desaparecer).
El puto inútil colegiado al menos sabía hacer soplar un silbato (de lo cual el Proyecto Hombre me ha remitido su tremenda emoción de que al final haya conseguido tal logro) y señaló el final del partido.
Apuntes en sucio:
- Acudió a los campos Luis Aragonés el ex jugador de MC Sebas a presenciar el encuentro. Lástima que su regreso con sus amigos fuese tan triste, aunque al menos se echó unas risas a costa del gafas de negro, algo que sabemos que vale más para él que cualquier paliza balompédica.
- Volvió Chechu a las labores de entrenador con poco éxito, aunque con mucho movimiento de banquillo –y eso que era escaso–.
- La 2013/2014 está siendo, con diferencia, la temporada de las lesiones en MC. Víctor y Rubén se han sumado a esta lista de la que salió, aunque con poca fortuna por el dolor, Charlie, que participó en el partido y lo cual parece una temeridad más que una hazaña. Eso sí, suma dolor de hombro por aquella chilena ya comentada. A esas dos ausencias se sumaron Marco, ejerciendo de padre en la distancia, y Fernandito, en paradero desconocido.
- En la tabla de goleadores sólo el abajofirmante avanza con su tanto de hoy, aunque cerca estuvieron otros.
- El portero karateka acostumbra a tener su apartado, pero hoy se resume así (por no hacer sangre):
- Siempre usamos un punto para hablar del árbitro. El “¡puto inútil!”, según un Méndez; pero para el gafas sería poco. Comenzó llegando lesionado a arbitrar, una lesión que, desde el Ministerio de Propaganda de Motor Carrera, suponemos mental y visual por su más que deficiente tarea de arbitrar durante los 50 minutos. Una colección de errores, faltas no pitadas, permisividad con el reglamento (excepto para revisar las redes, no fuese esto a ser la final de la Champions League en Wembley y no nos hubiésemos enterado) y punto final dejando sacar una falta antes de pitar –no habían pedido pasos, pero tras una expulsión se reanuda el juego con el silbato– que supuso el último gol. No perdimos por él, pero este tipo de árbitros es de los que desespera y acabas pagándolo con el rival por no darle a él. Sin duda, el peor en 6 años jugando en estos campos porque una cosa es ser ciego y tener una concepción extraña de las faltas y otra ser un acojonado que decide no pitar faltas o echar a alguien por miedo a saber qué. Oyó perfectamente el “¡eres un puto inútil!” tras cortar un contraataque por pitarnos una falta 5 metros más atrás (manda cojones, que diría el embajador en Londres) y oyó al portero rival llamarle de todo tras expulsarle con azul. Las dos jugadas merecerían roja, pero ¿qué esperar de un árbitro que no contesta a preguntas?”. En fin, dejémoslo aquí. Le animamos a que lea el reglamento de nuevo y vea fútbol. ¡De todo se sale!
- Tercer tiempo en cafetería Burgos. Clásico. El redactor comió a las 7.15 de la tarde en un horario ya ni Mediterráneo y dimos cuenta de cerveza, aunque quisieran cobrarnos una de más.
Esta es la última crónica hasta el nuevo año. Quedan emplazados el próximo sábado a gritar, reír, comer hasta reventar y emborracharse. No necesariamente en este orden.
¡Salud tovarishchi!
Momento en el que el colegiado (que tenía más pelo y usaba gafas) asegura no oír a Méndez llamarle inútil. P.D. No eran voces en tu cabeza.
Escrito por: Xaime Méndez Baudot