Hay domingos que se levantan equivocados y no hay Dios que los corrija. Ayer fue uno de ellos y decidió ser abril en enero y que empataran, de menor a mayor importancia, Real Madrid, Deportivo y Motor Carrera.
Un domingo equivocado es como un borracho, él es feliz con independencia de lo acertado de sus decisiones. Contra cualquiera de los dos sólo cabe una posibilidad: unirse a él, ya sea con copa en la mano o equivocándote. Durante el partido de ayer –y el tercer tiempo es parte del partido– los hubo de los primeros y de los segundos. En un caso extremo, coincide el borracho y el equivocado en el mismo cuerpo. Todos sabéis de quién hablamos, pero para despistados, aquí va una pista.
No hay más preguntas, señoría
Sí, amigos. El Beckham de Sanse estuvo a copas (dos pelotazos con Red Bull convalidan primero de Insomnio y Pulsometría) y a equivocarse, hablando de memoria, en dos ocasiones. La primera, con el marcador adverso, al correr hacia la izquierda un balón en largo de Chocho que iba hacia su derecha (y haciendo un escorzo que en cualquiera parecería ortopédico, pero no en el lord madrileño). La segunda en una acción que definiremos como de portero-delantero. Él remata y él la para, no necesita a nadie. Corría el ‘14’ motorcarrerística hacia el balón, sacando chepa e intentando que su cabeza se cruzase en la trayectoria del balón. Lo logró, pero en esa búsqueda del balón sus brazos iban en una posición la mar de cómoda para correr y rematar: abiertos y hacia arriba. La alegría de conseguir rematar le duró a Charlie aproximadamente 0,5 segundos, el tiempo que fue desde que remató hasta que el balón se detuvo en su mano. El rival protestó la mano cuando, en realidad, la debíamos haber protestado nosotros. Si lo intenta, no lo consigue.
Antes de ese momento de gloria, que llegó en la segunda mitad, el encuentro discurría con un estilo de juego claro que llevamos a cabo los dos equipos: colgar balones. Así llegaron dos de los cuatro goles que se marcaron. El primero, un saque de Chocho hacia este nada humilde redactor que le gana la espalda a su defensa, controla en el área y cruza el balón ante la salida del portero del Maped, que nada pudo hacer por evitar que MC se pusiese por delante. (dato: más que al portero titular del Maped original, Ed Warner, su parecido estaba más en Teo Sellers, portero del Naniwa).
Imagen a escala real de la diferencia existente entre el Teo Sellers de Hortaleza y el ‘10’ de Motor Carrera
Con el 1-0, el rustic style seguía campando a sus anchas por el Panceta Arena, lo cual llenaba nuestros pechos de orgullo y las áreas de balones volados. Maped y Motor Carrera alabaron el fútbol clásico como pocas veces se ha visto aunque ellos, algo más acomplejados por usar este recurso, daban dos pases en corto entre sus defensas antes de meterlo a la olla. Cazar algún pase no era tarea fácil, pero Álvaro tuvo una oportunidad en una jugada que, tras intentar hacer un sombrero al portero, terminó en un mero ¡goooolUYY! Al borde del descanso, cuando nos veíamos descansando con la ventaja del gol, Chechu se sumó al domingo equivocado con una decisión que con eufemismos podríamos denominar arriesgada pero que aquí, amigos del conflicto, la tacharemos de cagada como el sombrero de un picador de grande. En un saque de banda a nuestro favor a la altura de nuestra defensa, José le cede el balón al Chechu que, de espaldas y con dos rivales, decide que no es un gato, sino Neymar y que despejar no, que el sombrerito de espaldas para irse de dos. No sabemos con qué intención, pero sí sabemos cómo acabó: con el balón en la frontal del área en los pies de un rival que, sin oposición, dispara cruzado. Los pies de Chocho, inexplicablemente, no llegan a cruzarse toda la portería y la pelotita entra. El 1-1 decía muy a las claras lo que estaba sucediendo: que íbamos empate.
En la reanudación, MC tenía la ventaja de que el rival jugase con el sol de cara. Sin embargo, la ceguera estuvo de nuestro lado (aquí le vamos a dar la equivocación a Chocho, tan fan de la línea de gol como su ídolo Iker) al dejar a un tipo rematar de cabeza no cerca, no como a dos cuerpos de distancia, no. Al lado, literal, de Chocho. Gol raruno, pero gol. El rustic style nos traicionaba dejando que el rival también se beneficiase de sus virtudes y con ese dolor en nuestros corazones anduvimos como alma en pena un buen rato. Sin cuajar ninguna buena jugada más allá de un par de tiros, el escorzo aquel de Charlie ya referido y un par de córner, nos veíamos abocados a apelar a la épica. Tan recurrente en estos casos y cuando no habías estudiado el examen del día siguiente.
Nuestras oraciones recibieron respuesta en una falta. ¿Marcó Pedro? Sorprendentemente no. Una falta para zurdo que pidió un zurdo. No haré mucho énfasis en destacar que el golazo (tómese “–azo” como el sufijo para todo lo bueno del universo excepto para un caso que se mencionará un poco más adelante.) ha sido considerado por unanimidad de la redacción de este blog el mejor del año. Y PUNTO. Con el 2-2 descubrimos que el concepto del patapúm parriba podía alcanzar cotas nunca vistas y empezaron a llover balones hacia la portería de Chocho. Supimos sobrevivir a todos hasta la última jugada del partido, cuando un balón suelto en nuestra frontal fue cazado por un hípster rival que empaló el balón…contra mi estómago (como habréis supuesto, balonazo es la excepción de “–azo” como sufijo guay) que me dejó tirado en el suelo, sin saber dónde estaba y, lo peor, sin saber cómo iba eso de respirar. Los 30 segundos de partido que quedan no los recuerdo por insuficiencia respiratoria, pero imagino que terminó cuando el colegiado vallecano (se encargó de hacerlo patente alabando la victoria del Rayo) pitó.
Datos de (des)interés:
- Las ausencias de Motor Carrera corrieron por parte de Fernandito (segunda ausencia consecutiva), cambiando sus obligaciones para con el fútbol por una playa canaria; Luisillo, sin excusa conocida; Rubén, suponemos que ennoviándose mucho y muy fuerte; y Marcos, perdiendo su liderazgo goleador por el norte de España (a ver si lo encuentras, colchonero).
- Las gradas de Motor Carrera reverdecieron como en sus mejores días. El buen tiempo y la panceta arrastraron hasta los campos a Rocío, consorte de gato; Ana, consorte de Chocho; Bea, consorte de este que os escribe, y Julia, que consorte encuentra novio (chiste del día). Aún así, y aunque tres mujeres nos contemplaron durante una hora en pantalón corto, se echó en falta a la sempiterna Mar, con excusas tan malas como que tenía que estudiar. Primer aviso, cántabra.
- La carrera por el Pichichi tiene cambio de líder. Con mis dos chirlos (que no Chirla) de ayer me coloco como máximo goleador con 10 goles, a uno de Marcos. Queda un partido y sólo puede quedar uno.
- Chocho regresaba a la portería después de su ausencia de la semana pasada y previo a otro fin de semana en el que ya ha anunciado su intención de renunciar al partido en el que suele salir de la portería. Él sabrá. En cuanto a su actuación de ayer, ya hemos mencionado su alergia a salir de debajo de los palos y ayer, que lo hizo una vez, se fue hasta la banda a luchar un balón contra nuestra propia defensa. Bien ahí, Chocho. Tu última decisión acertada fue pedirle salir a Ana.
- Tercer tiempo de terraceo primaveral entre bocadillos, cervezas y, como ya se ha referido, algún copazo que otro. Existió un cuarto tiempo, en el que el rematador a su propio brazo se autoinvitó a casa de este redactor para ver lo que el domingo equivocado decidió que tenía que ser un empate entre el Betis y el Madrí. Claro que sin distinguir las camisetas, igual los dos goles los metió el Madrid y nos están haciendo creer que no…
Así se da por cerrada la penúltima crónica de la primera vuelta. Queda un partido, a priori sencillo. Entonces sabremos si nos enfrentamos a la parte alta de la Liga o a la baja. Sea lo que sea, ha sido una competición divertida y nos merecemos un homenaje. ¡Brindemos por nosotros!
Salud, camaradas.
Escrito por: Xaime Méndez