Éramos sólo siete. Enfrente, el líder. Los elementos agarrotaban las piernas. La nieve comenzaba a caer. Y con todo, Motor Carrera se plantó en el campo de batalla y opuso resistencia. Más que eso, opuso robustez, sobriedad, compromiso y entrega. Con todo ello perdimos. El barco se hundía, pero la honra permanecía intacta.
Con una novedosa formación 3-3 nos enfrentamos a United, líder de la clasificación y del estilismo futbolero clásico merced a su número 22, con camiseta de los años 80, barba y boina. De hecho fue él quien logró romper el cerocerismo (que diría SúperGarcía) cuando ya pasaba más de la mitad de la primera parte. Un disparodespejetropiezo (este redactor no logra distinguir cuál de las tres cosas quiso hacer) con la puntera se convirtió en un golazo ante el que sólo cabía sobreponerse. La defensa férrea daba paso a rustic style en ataque, con alguna peinada de cabeza de Álvaro que generaba un clima de peligro sin concretar. Y con el 1-0 y los huevos encima de la mesa nos fuimos al descanso.
En la reanudación, el abajofirmante marcaba de saque desde el centro del campo. Si no añadiese nada más el lector entendería que fue un golazo, pero en una prueba más de mi humildad continuaré el relato: un disparo fuerte, pero raso y corto, que votaba un par de veces antes de llegar a la portería terminaba siendo el empate a uno debido al exceso de confianza del portero. Ya pensaba a quién pasarle el balón y lo que terminó pasando fue, en efecto, el propio balón. Comenzábamos la segunda mitad con ánimos renovados, consiguiendo que con toda una mitad por delante campease el empate en el marcador. Sin embargo, pronto llegaron las dificultades. En un saque de banda más propio de rugby (por la distancia) el rival logró rematar, y aunque Chocho se estiró más de lo recomendable para su espalda y logró rechazar la pelota, ésta se equivocó al decidir caer en las piernas de un jugador del United en lugar de en la de los nuestros. Y pum, remachaba a la red el 2-1.
Se olía la Heroica pero no se la veía. Como cuando estás subiendo a tu casa oliendo todos los platos que se están cocinando en los pisos por los que pasas, te imaginas lo que habrá en la tuya y al llegar y abrir la nevera hay una lechuga, medio tomate y un bote de mostaza. En una de las pocas pérdidas de balón de Motor Carrera en el partido de ayer cayó el tercero. Una contra ante la que nada pudo hacer Chocho en el dos contra uno que se le vino encima. Pero entonces Heroica, esa esquiva zorra que ya hemos mencionado, nos enseñó la pierna: penalti a favor de Motor Carrera. Un defensa de United decidió saltar a despejar un balón con los brazos en posición aeróbicamente anti-futbolera y claro, al árbitro imberbe (un clon de Abraham Mateo, googleen su nombre) no le quedó más remedio que pitar. Álvaro se encontraba pletórico de confianza, henchido el pecho de saber lo que tenía que hacer y pidió al ‘10’ motorcarrerístico lanzar la pena máxima. Y no para hacer un Messi, no. Para tirar. Uno pensaría que pretendería reventarla, pero fue una lástima comprobar que el concepto de Álvaro de “reventar” difiera tanto del de la RAE. Lo que Álvaro perpetró desde el punto de penalti fue lo más parecido a un pase ortopédico y disfuncional al portero. En efecto, Heroica se había convertido en una calientapollas.
Pero nos dio igual y seguimos buscándola. Adelantamos la presión, provocando dos pérdidas en su defensa que estuvieron cerca de recortar el marcador. Y a la tercera fue la vencida, un mal pase atrás dejaba a este redactor solo contra el portero. Y no falló. Quedaban 13 minutos. Trece minutos en los que colgamos balones, presionamos, hicimos faltas, sacamos balones complicados en defensa, disparamos y, en definitiva, nos vaciamos. A falta de 30 segundos todos, incluido Chocho, estábamos en el área rival esperando que Luis nos pusiese un córner. Y después dio tiempo a una falta que el céspet (como se quejaría Xavi) se encargó de jodernos.
Entonces el árbitro pitó. El 3-2 era definitivo: habíamos perdido. Pero nos fuimos a tomar una copa o una cerveza (cada uno eligió lo que quiso, viva la libertad) con la cabeza más alta que en cualquier otro partido.
Datos de (des)interés:
- Al encuentro se acudió en cuadro. Sólo siete hombres disponibles, ni cambios ni hostias. Las ausencias, numerosísimas, fueron: Rubén y Luisillo sin saber muy bien dónde; José matando venados (Charlie, son lo mismo que los ciervos); Pedro, travistiéndose en Tenerife, y Marcos, que se lesiona por ser infiel a Motor Carrera y jugar en otro equipo.
- Mención honorífica para la única aficionada que estuvo pendiente al encuentro. Ana, alias La Cordobesa, aguantó la nieve, el viento y el frío. Desde aquí, nuestro respeto más profundo y sincero.
- La tabla de goleadores sigue destacando a Xaime (alias YO) como máximo anotador. Si ya era líder, sus dos tantos de ayer y la incomparecencia de Marcos le afianza en su puesto. Ya van 15, a cinco de Marcos.
- En la portería, destacar que nuestro portero karateka poco pudo hacer en los dos goles y si bien es cierto que no tuvo paradones de los de foto, sí estuvo seguro. Algo complicado en las condiciones en las que se jugaba (este halago gratuito tómalo como mi tributo a Ana por haber venido a vernos).
- Tercer tiempo burgalés. Chechu y Chocho abandonaron y yo sólo me tomé una, por lo que fue un tercer tiempo, como el partido, escaso de personal. Compensé mi falta de tiempo con un cubata en lugar de la tradicional cerveza. Eso se llama BALANZA.
Álvaro y su penalti.
Escrito por: Xaime Méndez Baudot