Arsenio Iglesias, ese mítico entrenador, dijo cuando el Depor perdió aquella Liga del penalti que a ver y tal, que no estaba para ellos y ya está. “Qué le vamos a hacer”, dijo justo antes de irse a tomar un orujo al Bar Estadio, que está en los aledaños de Riazor (¿por qué para hablar de los alrededores de un campo de fútbol sólo se puede decir aledaño? Bueno, sigamos después de esta duda).
Sin entrar a valorar que Beverly Tronas pudiese o no ir primado como el Valencia en aquel nefasto mayo del 94, el encuentro que ayer perdió Motor Carrera se asemeja, en la valoración final, a la de Iglesias: qué le vamos a hacer más que ir al bar a beber. Eso, al menos, para los cinco (más invitado) que fuimos a beber. Para olvidar, dicen. Para recrearse en la derrota, que tiene su puntito.
El caso es que el partido comenzó entre motivados, plusultramotivados y motivaditos de salón, lo que llevó a que el calificativo para los primeros compases del mismo sea “un coñazo”. Básicamente se enfrentaba un equipo que ha hecho del Rustic style su forma de vida (nosotros) y otro que desde que ha aparecido en sus filas un delantero bueno hace lo propio. Y así, viendo volar balones íbamos echando la tarde con alguna ocasión por nuestra parte: un disparo del redactor que el bético con cara de caballo despejó a córner, una falta de Pedro cuyo rechace Marcos no pudo meter en la portería y alguna que otra jugada embarullada dentro de su área. Ellos no se quedaron atrás y después de que Chocho comenzase el partido deteniendo un mano a mano, realizaron un par de homenajes al ‘Loco’ Abreu al fallar dos goles cantados. El suspiro cambió de bando (como el miedo según los podemitas) y la última jugada de la primera parte fue un ¡goooluy! motorcarrerístico con un disparo de Rober que puso su mira en la escuadra y que mandó el balón dos centímetros arriba.
En la reanudación, el partido seguía siendo de los feos de jugar y horrorosos de ver (imagino). Sin embargo, ese estilo que tanto enarbolamos trajo sus frutos: balón largo de Chocho que Luis, agazapado sibilinamente tras la defensa, caza para poner en ventaja a las hordas blancas. Una ilusión ya que una jugada similar pero contra nosotros permitió a Beverly Tronas empatar el encuentro a los pocos minutos. Y entonces, el desenfreno y descontrol. Dos conceptos bipolares: si los usas para definir tu último sábado con Pedro en Snobissimo, todo es alegría. En cambio, si lo empleas para hablar de tu equipo de fútbol el resultado sólo puede ser uno: goles en contra. Así llegó el segundo, lo cual nos metió en una espiral de nerviosismo cuando el resultado era sólo de un gol de desventaja con tiempo por delante. No obstante, una falta (que no era) al borde del área y una barrera propia menos pegada que Grecia al euro fueron los sumando para que el enemigo se distanciase en dos goles.
Entonces sí, el zafarrancho de combate ya era necesario pero, eso sí, improductivo. Y las contras, aquel arma que tanto nos gustaba de Mourinho, terminó de hundirnos. Benditas paradojas, hundidos por el mismo juego del que promulgamos como dogma y por el entrenador que marca el camino de la sabiduría balompédica con permiso de don Javier Clemente. El 4-1 ya fue una barrera insalvable y si bien es cierto que dispusimos de ocasiones para recortar y creernos que podríamos remontar, todo fue una ilusión. Como aquella vez que creímos que Charlie estaba pagando un peaje.
Datos de (des)interés:
- Bajas motorcarrerísticas de Víctor, con su verdadero amor; Álvaro, con los Lakers; Marco, paternoausente y Rubén, salvando la Patria.
- La tabla de goleadores sufre una pequeña variación después de la sequía de casi todos: Luis alcanza los 4 tantos, por lo que deshace el empate que mantenía con Pedro en la quinta posición de la tabla.
- El guardameta turolense, a pesar de actuaciones destacadas, sufrió una de las mayores goleadas del año. Cuatro goles, cuatro. Momento grito incluido tras el despropósito de barrera al encajar el tercer gol.
- El momento cómico-taurino, aunque hay un saco para elegir, es obvio: nuestro balón sale despedido hacia el campo de fútbol 11 donde el Sporting de Hortaleza disputaba su partido. Fernandito, que le ha descentrado mentalmente en su proceso de desintoxicación la lesión de Pepe, pide el balón al portero. Guardameta que ignora tal petición y Fernandito que comienza un recital de insultos que ya querrían para sí los gitanos y que terminó contra el público de ese encuentro. –Qué bueno eres, cinco. –Buena tu madre cuando me la chupa. Ni Morante de la Puebla.
- Tercer tiempo con viaje en coche incluido. Visto que el bar pancetero de Sporting de Hortaleza cerraba nos trasladamos al asiduo Burgos. Aunque fue un tercer tiempo sin mucha presencia, como ya se ha referido. Dimos cuenta de la cerveza y divinidades y humanidades varias. Si queréis saber de qué se habló, haber estado presentes.
Así finaliza la crónica de un partido para olvidar pero que no nos debe hacer bajar los brazos. Ya no somos líderes, cierto, pero como hasta el sábado, dependemos de nosotros para ganar la Liga. Que no se os olvide, Motor Carrera nunca abandona. Menos se rinde. Motor Carrera es un equipo de ONVRES y de alcohólicos. Que, por si no os habíais dado cuenta, es la misma cosa.
Así no Motor Carrera, así no…
Escrito por: Xaime Méndez Baudot
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