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RESULTADOS:        United 3 - 2 Motor Carrera

lunes, 15 de febrero de 2016

Honra sin barco


Éramos sólo siete. Enfrente, el líder. Los elementos agarrotaban las piernas. La nieve comenzaba a caer. Y con todo, Motor Carrera se plantó en el campo de batalla y opuso resistencia. Más que eso, opuso robustez, sobriedad, compromiso y entrega. Con todo ello perdimos. El barco se hundía, pero la honra permanecía intacta.

Con una novedosa formación 3-3 nos enfrentamos a United, líder de la clasificación y del estilismo futbolero clásico merced a su número 22, con camiseta de los años 80, barba y boina. De hecho fue él quien logró romper el cerocerismo (que diría SúperGarcía) cuando ya pasaba más de la mitad de la primera parte. Un disparodespejetropiezo (este redactor no logra distinguir cuál de las tres cosas quiso hacer) con la puntera se convirtió en un golazo ante el que sólo cabía sobreponerse. La defensa férrea daba paso a rustic style en ataque, con alguna peinada de cabeza de Álvaro que generaba un clima de peligro sin concretar. Y con el 1-0 y los huevos encima de la mesa nos fuimos al descanso.

En la reanudación, el abajofirmante marcaba de saque desde el centro del campo. Si no añadiese nada más el lector entendería que fue un golazo, pero en una prueba más de mi humildad continuaré el relato: un disparo fuerte, pero raso y corto, que votaba un par de veces antes de llegar a la portería terminaba siendo el empate a uno debido al exceso de confianza del portero. Ya pensaba a quién pasarle el balón y lo que terminó pasando fue, en efecto, el propio balón. Comenzábamos la segunda mitad con ánimos renovados, consiguiendo que con toda una mitad por delante campease el empate en el marcador. Sin embargo, pronto llegaron las dificultades. En un saque de banda más propio de rugby (por la distancia) el rival logró rematar, y aunque Chocho se estiró más de lo recomendable para su espalda y logró rechazar la pelota, ésta se equivocó al decidir caer en las piernas de un jugador del United en lugar de en la de los nuestros. Y pum, remachaba a la red el 2-1.

Se olía la Heroica pero no se la veía. Como cuando estás subiendo a tu casa oliendo todos los platos que se están cocinando en los pisos por los que pasas, te imaginas lo que habrá en la tuya y al llegar y abrir la nevera hay una lechuga, medio tomate y un bote de mostaza. En una de las pocas pérdidas de balón de Motor Carrera en el partido de ayer cayó el tercero. Una contra ante la que nada pudo hacer Chocho en el dos contra uno que se le vino encima. Pero entonces Heroica, esa esquiva zorra que ya hemos mencionado, nos enseñó la pierna: penalti a favor de Motor Carrera. Un defensa de United decidió saltar a despejar un balón con los brazos en posición aeróbicamente anti-futbolera y claro, al árbitro imberbe (un clon de Abraham Mateo, googleen su nombre) no le quedó más remedio que pitar. Álvaro se encontraba pletórico de confianza, henchido el pecho de saber lo que tenía que hacer y pidió al ‘10’ motorcarrerístico lanzar la pena máxima. Y no para hacer un Messi, no. Para tirar. Uno pensaría que pretendería reventarla, pero fue una lástima comprobar que el concepto de Álvaro de “reventar” difiera tanto del de la RAE. Lo que Álvaro perpetró desde el punto de penalti fue lo más parecido a un pase ortopédico y disfuncional al portero. En efecto, Heroica se había convertido en una calientapollas.

Pero nos dio igual y seguimos buscándola. Adelantamos la presión, provocando dos pérdidas en su defensa que estuvieron cerca de recortar el marcador. Y a la tercera fue la vencida, un mal pase atrás dejaba a este redactor solo contra el portero. Y no falló. Quedaban 13 minutos. Trece minutos en los que colgamos balones, presionamos, hicimos faltas, sacamos balones complicados en defensa, disparamos y, en definitiva, nos vaciamos. A falta de 30 segundos todos, incluido Chocho, estábamos en el área rival esperando que Luis nos pusiese un córner. Y después dio tiempo a una falta que el céspet (como se quejaría Xavi) se encargó de jodernos.

Entonces el árbitro pitó. El 3-2 era definitivo: habíamos perdido. Pero nos fuimos a tomar una copa o una cerveza (cada uno eligió lo que quiso, viva la libertad) con la cabeza más alta que en cualquier otro partido.

Datos de (des)interés:

  • Al encuentro se acudió en cuadro. Sólo siete hombres disponibles, ni cambios ni hostias. Las ausencias, numerosísimas, fueron: Rubén y Luisillo sin saber muy bien dónde; José matando venados (Charlie, son lo mismo que los ciervos); Pedro, travistiéndose en Tenerife, y Marcos, que se lesiona por ser infiel a Motor Carrera y jugar en otro equipo.
  • Mención honorífica para la única aficionada que estuvo pendiente al encuentro. Ana, alias La Cordobesa, aguantó la nieve, el viento y el frío. Desde aquí, nuestro respeto más profundo y sincero.
  • La tabla de goleadores sigue destacando a Xaime (alias YO) como máximo anotador. Si ya era líder, sus dos tantos de ayer y la incomparecencia de Marcos le afianza en su puesto. Ya van 15, a cinco de Marcos.
  • En la portería, destacar que nuestro portero karateka poco pudo hacer en los dos goles y si bien es cierto que no tuvo paradones de los de foto, sí estuvo seguro. Algo complicado en las condiciones en las que se jugaba (este halago gratuito tómalo como mi tributo a Ana por haber venido a vernos).
  • Tercer tiempo burgalés. Chechu y Chocho abandonaron y yo sólo me tomé una, por lo que fue un tercer tiempo, como el partido, escaso de personal. Compensé mi falta de tiempo con un cubata en lugar de la tradicional cerveza. Eso se llama BALANZA.

Álvaro y su penalti.


Escrito por: Xaime Méndez Baudot

martes, 9 de febrero de 2016

Cuando la resaca no es de víctoria



Existe momentos excepcionales en la Historia en los que la humanidad ha llevado a cabo grandes esfuerzos. Los esclavos construyendo las pirámides de Egipto, los judíos 40 años caminando por el desierto buscando la “tierra prometida” o, por poner un ejemplo de este siglo, intentar recordar un partido de fútbol después de un Que no nos falte de ná en el que, por no faltar, no faltó ni la resaca.

Por suerte marqué tres goles. Y en mi humilde egocentrismo es algo difícil de olvidar por mucho whisky con el que se intenté empapar tal hazaña más propia de dioses que de simples mortales. Lo que a continuación se relata es una crónica a trazos debido a las lagunas propias de la edad, el paso de los días y, ya dijimos, de vivir fernanditada más allá de la medianoche:

Segundo encuentro consecutivo en el Panceta Arena con más público del habitual. Sospechoso teniendo en cuenta que estaba anunciado el pospartido más salvaje. Campaba el 0-0 a sus anchas por el campo hasta que una falta en el borde del área supuso un deja vu de la jornada anterior: gol del abajofirmante. En esta ocasión, eso sí, con cierta colaboración del portero. Poco duró la alegría, ya que en una jugada de ataque rival, el balón impactó en la mano de este redactor dentro del área. Lo peor es que el árbitro lo vio. Luis acertó el sitio del disparo, pero su mano blanda no detuvo la pelotita. Por suerte, una buena jugada por el centro de Álvaro y el 10 de MC terminó con un lanzamiento cruzado que nos daba ventaja y, de nuevo por desgracia, el 2-1 duró poco. Aquí viene el primer lapsus del encuentro: Partido a partido lograba empatar, sí, pero a mí no me pregunten cómo.

Durante la segunda parte se mascaba la trágica condición de MC. Esto es: complicarle la vida a los equipos de la parte alta de la clasificación y convertirnos en Cáritas ante los colistas. El 2-2 no se movía y éramos incapaces de hacer gol hasta que en una jugada de banda terminó con Rubén intentando rematar de cabeza y un defensor intentando despejar con la bota la cabeza del benemérito defensa. Libre indirecto dentro del área. Pedro puso una cara que podría interpretarse como algo así: “chavales, quitaos de en medio porque os pienso reventar el balón a menos de un metro de distancia. Vais a morir o va a ser gol. No hay otra opción”. No celebramos ningún funeral ergo…¡gol de MC! La ventaja no nos permitía estar tranquilos, ya que el partido era de esos raros en los que no lográbamos marcar a pesar de las facilidades que nos ponían. Vamos, lo que Charlie llama “un sábado noche cualquiera”. Pero en un robo desde atrás de Rubén, que se recorrió todo el campo, llegó la tranquilidad. Su pase de la muerte en forma de pedrada lo aprovechó la espinilla de Marcos para anotar el 4-2 que, por fin, nos hacía respirar y empezar a pensar en qué pedir para que Fernandito se dejase los cuartos en el tercer  tiempo.

Antes del pitido final, el equipo tuvo tiempo de fallar alguna ocasión más o menos clara (mi memoria no me permite recordar quién ni cuál exactamente) y a que de nuevo YO anotase otro gol. Poco más hay que contar de un partido que pone punto final a la primera vuelta y que nos deja en el tren de cabeza. Pelea de leones.

Datos de (des)interés:

  • Bajas por incomparecencia de Marco, Luisillo y Chocho, necesitado de un poco de sur para poder ver el norte.
  • Afición notable con presencia de Julia, Rocío, Mar, Bea < 3 y Blanca de Álvaro, pero no novia, hermana, que oliendo lo que se venía por encima decidió volver a asistir a un partido de Motor Carrera más de un año después. Traidoras al fútbol pero fieles al alcohol, se sumaron tras el encuentro las cónyuges de Marcos y Fernandito.
  • El Pichichi sigue encabezado por mi persona con tres tantos de diferencia sobre Marcos. Pedro abandona el pelotón de los monogoleadores para sumarse al de bigoleadores, donde le esperaban con los brazos abiertos Charlie (me acabo de sorprender tanto como vosotros al mirarlo) y Fernandito.
  • De nuevo cambio en la portería ante la insistencia de Chocho por no venir. En esta ocasión, la primera mitad nuestra portería estuvo defendida por Luis, que encajó dos tantos, cediendo los guantes a Álvaro en la segunda. Todos nos temíamos lo peor pero, sorprendentemente, no le cayó ningún gol ni tuvo a bien deleitarnos con un gif de mono colgante.
  • El tercer tiempo fue el tradicional Que no nos falte de ná de Fernandito, que celebra su cumpleaños rodeado de nosotros ante la vergüenza que le supone presentarnos a sus verdaderos amigos. Trasladamos los fastos y festejos hasta el Palomar del leal Fernando para servirnos bien de comer, beber y de Real Madrid. La falsa alarma de que Fer no iba a tener cartera casi provoca una estampida, pero finalmente su tarjeta de crédito se puso al servicio de nuestros hígados y los más osados le dimos caña a la bebida. Desde este vloj dar las gracias a Fer y le emplazamos a cumplir muchos más años. Si puede ser todos los domingos, mejor.

Así termina esta crónica. Ahora queda la parte más dura: una segunda vuelta de los seis mejores equipos de la Liga. Ahí es donde hay que demostrar que somos los onvres que todos creemos cuando nos miramos al espejo. O, al menos, intentarlo. Ser (sic) malos, como diría el mandatado a formar Gobierno.



Escrito por: Xaime Méndez Baudot

martes, 26 de enero de 2016

No te equivoques



Hay domingos que se levantan equivocados y no hay Dios que los corrija. Ayer fue uno de ellos y decidió ser abril en enero y que empataran, de menor a mayor importancia, Real Madrid, Deportivo y Motor Carrera.

Un domingo equivocado es como un borracho, él es feliz con independencia de lo acertado de sus decisiones. Contra cualquiera de los dos sólo cabe una posibilidad: unirse a él, ya sea con copa en la mano o equivocándote. Durante el partido de ayer –y el tercer tiempo es parte del partido– los hubo de los primeros y de los segundos. En un caso extremo, coincide el borracho y el equivocado en el mismo cuerpo. Todos sabéis de quién hablamos, pero para despistados, aquí va una pista.

No hay más preguntas, señoría

Sí, amigos. El Beckham de Sanse estuvo a copas (dos pelotazos con Red Bull convalidan primero de Insomnio y Pulsometría) y a equivocarse, hablando de memoria, en dos ocasiones. La primera, con el marcador adverso, al correr hacia la izquierda un balón en largo de Chocho que iba hacia su derecha (y haciendo un escorzo que en cualquiera parecería ortopédico, pero no en el lord madrileño). La segunda en una acción que definiremos como de portero-delantero. Él remata y él la para, no necesita a nadie. Corría el ‘14’ motorcarrerística hacia el balón, sacando chepa e intentando que su cabeza se cruzase en la trayectoria del balón. Lo logró, pero en esa búsqueda del balón sus brazos iban en una posición la mar de cómoda para correr y rematar: abiertos y hacia arriba. La alegría de conseguir rematar le duró a Charlie aproximadamente 0,5 segundos, el tiempo que fue desde que remató hasta que el balón se detuvo en su mano. El rival protestó la mano cuando, en realidad, la debíamos haber protestado nosotros. Si lo intenta, no lo consigue.

Antes de ese momento de gloria, que llegó en la segunda mitad, el encuentro discurría con un estilo de juego claro que llevamos a cabo los dos equipos: colgar balones. Así llegaron dos de los cuatro goles que se marcaron. El primero, un saque de Chocho hacia este nada humilde redactor que le gana la espalda a su defensa, controla en el área y cruza el balón ante la salida del portero del Maped, que nada pudo hacer por evitar que MC se pusiese por delante. (dato: más que al portero titular del Maped original, Ed Warner, su parecido estaba más en Teo Sellers, portero del Naniwa).

Imagen a escala real de la diferencia existente entre el Teo Sellers de Hortaleza y el ‘10’ de Motor Carrera

Con el 1-0, el rustic style seguía campando a sus anchas por el Panceta Arena, lo cual llenaba nuestros pechos de orgullo y las áreas de balones volados. Maped y Motor Carrera alabaron el fútbol clásico como pocas veces se ha visto aunque ellos, algo más acomplejados por usar este recurso, daban dos pases en corto entre sus defensas antes de meterlo a la olla. Cazar algún pase no era tarea fácil, pero Álvaro tuvo una oportunidad en una jugada que, tras intentar hacer un sombrero al portero, terminó en un mero ¡goooolUYY! Al borde del descanso, cuando nos veíamos descansando con la ventaja del gol, Chechu se sumó al domingo equivocado con una decisión que con eufemismos podríamos denominar arriesgada pero que aquí, amigos del conflicto, la tacharemos de cagada como el sombrero de un picador de grande. En un saque de banda a nuestro favor a la altura de nuestra defensa, José le cede el balón al Chechu que, de espaldas y con dos rivales, decide que no es un gato, sino Neymar y que despejar no, que el sombrerito de espaldas para irse de dos. No sabemos con qué intención, pero sí sabemos cómo acabó: con el balón en la frontal del área en los pies de un rival que, sin oposición, dispara cruzado. Los pies de Chocho, inexplicablemente, no llegan a cruzarse toda la portería y la pelotita entra. El 1-1 decía muy a las claras lo que estaba sucediendo: que íbamos empate.

En la reanudación, MC tenía la ventaja de que el rival jugase con el sol de cara. Sin embargo, la ceguera estuvo de nuestro lado (aquí le vamos a dar la equivocación a Chocho, tan fan de la línea de gol como su ídolo Iker) al dejar a un tipo rematar de cabeza no cerca, no como a dos cuerpos de distancia, no. Al lado, literal, de Chocho. Gol raruno, pero gol. El rustic style nos  traicionaba dejando que el rival también se beneficiase de sus virtudes y con ese dolor en nuestros corazones anduvimos como alma en pena un buen rato. Sin cuajar ninguna buena jugada más allá de un par de tiros, el escorzo aquel de Charlie ya referido y un par de córner, nos veíamos abocados a apelar a la épica. Tan recurrente en estos casos y cuando no habías estudiado el examen del día siguiente.

Nuestras oraciones recibieron respuesta en una falta. ¿Marcó Pedro? Sorprendentemente no. Una falta para zurdo que pidió un zurdo. No haré mucho énfasis en destacar que el golazo (tómese “–azo” como el sufijo para todo lo bueno del universo excepto para un caso que se mencionará un poco más adelante.) ha sido considerado por unanimidad de la redacción de este blog el mejor del año. Y PUNTO. Con el 2-2 descubrimos que el concepto del patapúm parriba podía alcanzar cotas nunca vistas y empezaron a llover balones hacia la portería de Chocho. Supimos sobrevivir a todos hasta la última jugada del partido, cuando un balón suelto en nuestra frontal fue cazado por un hípster rival que empaló el balón…contra mi estómago (como habréis supuesto, balonazo es la excepción de “–azo” como sufijo guay) que me dejó tirado en el suelo, sin saber dónde estaba y, lo peor, sin saber cómo iba eso de respirar. Los 30 segundos de partido que quedan no los recuerdo por insuficiencia respiratoria, pero imagino que terminó cuando el colegiado vallecano (se encargó de hacerlo patente alabando la victoria del Rayo) pitó.

Datos de (des)interés:
  • Las ausencias de Motor Carrera corrieron por parte de Fernandito (segunda ausencia consecutiva), cambiando sus obligaciones para con el fútbol por una playa canaria; Luisillo, sin excusa conocida; Rubén, suponemos que ennoviándose mucho y muy fuerte; y Marcos, perdiendo su liderazgo goleador por el norte de España (a ver si lo encuentras, colchonero).
  • Las gradas de Motor Carrera reverdecieron como en sus mejores días. El buen tiempo y la panceta arrastraron hasta los campos a Rocío, consorte de gato; Ana, consorte de Chocho; Bea, consorte de este que os escribe, y Julia, que consorte encuentra novio (chiste del día). Aún así, y aunque tres mujeres nos contemplaron durante una hora en pantalón corto, se echó en falta a la sempiterna Mar, con excusas tan malas como que tenía que estudiar. Primer aviso, cántabra.
  • La carrera por el Pichichi tiene cambio de líder. Con mis dos chirlos (que no Chirla) de ayer me coloco como máximo goleador con 10 goles, a uno de Marcos. Queda un partido y sólo puede quedar uno.
  • Chocho regresaba a la portería después de su ausencia de la semana pasada y previo a otro fin de semana en el que ya ha anunciado su intención de renunciar al partido en el que suele salir de la portería. Él sabrá. En cuanto a su actuación de ayer, ya hemos mencionado su alergia a salir de debajo de los palos y ayer, que lo hizo una vez, se fue hasta la banda a luchar un balón contra nuestra propia defensa. Bien ahí, Chocho. Tu última decisión acertada fue pedirle salir a Ana.
  • Tercer tiempo de terraceo primaveral entre bocadillos, cervezas y, como ya se ha referido, algún copazo que otro. Existió un cuarto tiempo, en el que el rematador a su propio brazo se autoinvitó a casa de este redactor para ver lo que el domingo equivocado decidió que tenía que ser un empate entre el Betis y el Madrí. Claro que sin distinguir las camisetas, igual los dos goles los metió el Madrid y nos están haciendo creer que no…
Así se da por cerrada la penúltima crónica de la primera vuelta. Queda un partido, a priori sencillo. Entonces sabremos si nos enfrentamos a la parte alta de la Liga o a la baja. Sea lo que sea, ha sido una competición divertida y nos merecemos un homenaje. ¡Brindemos por nosotros!
Salud, camaradas.

Escrito por: Xaime Méndez

Sangre, sudor y derrota


En el fútbol, como en la vida, nadie se recrea en las derrotas. No ya porque a jueves nadie haya echado en falta la crónica, sino porque todo lo más que te apetece hacer cuando las cosas no salen como quieres es encogerte de hombros y pedir otra ronda.

El domingo fue ejemplo. Las mentes más avanzadas de nuestros jugadores ya habrán entendido el título. Hubo de las tres: la sangre la puso Marcos, que todavía andará recordando al 99 rival cada vez que se pone un pantalón largo; el sudor, todos, incluso el de Pedro y Charlie destilaba un aroma a ron marinado con césped artificial. Y derrota porque, pese al gran esfuerzo de la segunda parte, se perdió. Con un siete novedoso (Charlie y Luisillo titulares; un servidor de ustedes en la portería…) se comenzó un encuentro en el mini-campo que, tradicionalmente, se nos da mal. Y nosotros somos de tradiciones, ya lo hemos dicho más veces.

La primera ocasión, eso sí, fue para nosotros. Sin que hubiese pasado el primer minuto de juego un balón en largo de Pedro lo cazó Luis para, de volea, cruzar el balón. ¿A la red? Sí, pero a la que hay detrás de la portería para que el balón no se vaya muy lejos. Una lástima, porque al poco tiempo, la permisibilidad de nuestra defensa permitió al ‘10’ rival (que se reveló como el Álvaro del contrario, es decir, el único que sabe jugar a esto) controlar, mirar, amagar y terminar cruzando el balón para poner en ventaja a Ítaca. Motor Carrera reaccionó como los onvres que somos y logró empatar al poco tiempo gracias a una jugada por banda izquierda que, tras algún rechace, acabó con gol de Marcos. Entonces, una falta al borde del área se convirtió en el golazo de la tarde. El ‘10’ famoso la clavó a la escuadra. Con el 2-1 en contra no tuvimos la misma fiereza que con el 1-0 y tuvimos errores que nos costaron otros dos goles.

Así se llegó al descanso, donde las soflamas podemitas que nos marcamos (¡sí se puede!, etcétera) sirvieron para saltar al campo dando palmadas de ánimo pero (las adversativas, ese gran enemigo) no pudo ser. El quinto itaquero volvió en otra falta calcada a la del segundo tanto (en situación) y terminó… pues calcada a la del segundo tanto (en gol). Con el 5-1 sí sacamos la garra y encerramos a Ítaca en su campo. Una buena jugada de Marcos por la derecha dejó a Charlie en franqueza para darle un pase* a la red y tras otra jugada parecida, también con Marcos como asistente, Luisillo empujó el balón para estrenarse como goleador. El 5-3 nos animó y seguimos peleando, llegando a disfrutar de un penalti a favor para acercarnos todavía más. Marcos se fue a por el balón, puso cara de concentrado y corrió hacia él. Entonces…tiró alto.

En su lucha por la igualdad, el colegiado señaló penalti en nuestra contra a los dos minutos. No me extenderé mucho en contar la gran parada que nuestro portero (oséase: YO) realizó al disparo ajustado a mi izquierda del ‘10’ rival. Una vez felicitado por el árbitro se reanudó el encuentro con Motor Carrera luchando por acortar distancias e Ítaca agazapado. La presión arriba surtió efecto y Luis robó un balón que, inmediatamente (y lo de inmediatamente es literal porque se estaba cayendo), golpeó. El 5-4 era meter la puntita y tan dispuestos estábamos a rematar la faena que preguntamos al árbitro por el tiempo que restaba: “14 segundos”, contestó. Tiempo de sobra para…que nos marcasen. En un mal balance defensivo, el lateral (señalemos, que aquí somos muy de señalar culpables: Charlie) perdió a su marca que, con todo de cara no tuvo más remedio que marcar el sexto gol. Como dijimos, 14 segundos no dan para mucho, así que tras tirar directamente en el saque central, se terminó el partido.

Datos de (des)interés:
  • Las bajas del equipo fueron Fernandito, indispuesto, y Chocho, no sabemos haciendo qué por ciudades sureñas. A Marco le vamos a dejar de contar como baja, al igual que a Víctor.
  • La grada de MC volvió a tener público. La socia más fiel, Mar, retomó sus obligaciones para con el equipo. Sin embargo, no pudo estrenarse en 2016 con victoria. Otra vez será.
  • Con su gol, Marcos logra el liderato en solitario del pichichi por un tanto de diferencia respecto a mí. Charlie se coloca con dos tantos junto a Fernandito, Luis empata a cinco dianas con Chechu en una honrosa cuarta posición y Luisillo se estrena en la temporada 2015/2016. A excepción de Marco que si no viene es difícil que marque, ningún componente de Motor Carrera se ha quedado sin ver puerta. ¡Gran noticia!
  • Debut bajo palos de este servidor que encajó seis goles pero paró un penalti y tuvo buenas salidas por alto (¡por alto! ¡yo!). ¡NO HAY MÁS PREGUNTAS, SEÑORÍA!
  • El tercer tiempo, como de costumbre, discurrió sin incidentes. Cerveza, comida y un whisky remataron el domingo.
A falta de dos jornadas, nos queda luchar por mantenernos en el tren de cabeza. Si vamos a la guerra juntos, lo lograremos. ¡Salud, camaradas!

*’Pase a la red’ porque, como él mismo confesó a este redactor en un alarde de saber a quién decirle las cosas, no quería tirar. Lo curioso es que si no hubiese dicho nada todo el mundo habría pensado “joe, qué bien le ha dado” porque desde la izquierda la pegó al palo corto engañando al portero que suponía se la tiraría al largo. No sólo no quería tirar ahí, sino que lo que dice es que quería hacer un pase…¡al punto de penalti! Por una vez nos alegramos de la nula clase futbolística de nuestro samurái.


Escrito por: Xaime Méndez

martes, 12 de enero de 2016

Enero no es mes para dietas


Desconfío de quien adelgaza en Navidad casi tanto como lo hacía de aquellos gitanos que, en nuestros años más mozos, nos pedían amablemente un euro para llamar por teléfono: “Mama, tranquila. Desplumo a este y voy a cenar”. Nadie desea en estas fechas que se pierda peso, a excepción de la prensa deportiva a Benítez, y a lo que más se aspira es a atracones que te dejen en una tumbona intentando no emular al Luis más imberbe.

Motor Carrera cumplió con la Navidad dándose un atracón a goles ante Chotones. Incluso a Fernandito, como cuando se deja al sobrino de 10 años dar un sorbo al vino, se le permitió marcar dos veces. MC, en su infinita misericordia, se impregnó de espíritu navideño y no sólo dio de beber al sobrino porque qué coño, un día es un día, así que vamos a dejar que Charlie dé una asistencia de tacón que nadie se cree todavía.

Cuando el árbitro pitó el comienzo del partido hubo dos sorpresas: que el marcador inicial fuese de 0-0 y, la otra, que este redactor estuviese bajo los palos durante, aproximadamente, 10 segundos. El tiempo exacto que tardó Chocho en ponerse los guantes, irse el balón fuera y pedir el cambio. Destacar que durante toda mi actuación como cancerbero transmití seguridad a todo el equipo sin permitir ni una sola ocasión del rival. A partir de entonces, el desconcierto. A los pocos minutos, Fernandito recorrió todo el campo (recordemos que es defensa) como si hubiese encontrado un guante de Pepe en la portería rival, acompañando una jugada por banda de Rubén que cedió a Marcos para que rematase dentro del área. El portero rival ayudó no atajando un balón en apariencia sencilla y Fer, que andaba por ahí al más puro estilo Raúl, metió la pierna para adelantar a Motor Carrera.

El equipo dominaba por alto, fiel a su estilo irrenunciable de patadón, y tan cómodo estábamos que decidimos dejar para la historia la asistencia más intentada y nunca conseguida que, esta vez sí, salió. Un saque en largo de Chocho (qué sorpresa, ¿eh?) sobrepasa a la defensa algo despistada con Chocho y Marcos dentro del área rival. El fumador de Sanse no se lo piensa dos veces y, aunque solo y con todo el tiempo del mundo para controlar, decide girar 180º y dar el culo al balón preparando su pierna para lo que todos sabíamos que iba a pasar: intentar darle de tacón. De hecho, se escuchó a Chocho cuando estaba ejecutando tan magna obra de arte gritar “¡NOOOO, ¿PERO QUÉ HACES?!” para luego callarnos la boca al ver como engaña al portero con ese toque y deja a Marcos que empuje el balón a placer. El 2-0 que campeaba por España y Hortaleza era justo pero corto, así que nos pusimos manos a la obra para ampliarlo y se consiguió en una jugada que empieza con saque de banda de Chechu a Marcos, que recibe de espaldas en el pico del área, amaga un disparo y me cede el balón que, sólo ante el portero y con la derecha (esto es noticia, no tanto como lo de Charlie pero eh…¡con la derecha!), bate al guardameta chotonero.

El ídolo de Charlie, travesti no incluido.

El árbitro nos mandó a vestuarios (figurados) y cuando se iba a reanudar el encuentro descubrimos, algo sorprendidos, que habían decidido jugar con portero-jugador. Una genialidad táctica para ganar un jugador y para que se  disparasen los “¡uy!” cada vez que robábamos el balón. Lo intentó servidor de ustedes, ¡error!; Marcos fue el siguiente en tirar desde nuestro campo, ¡nuevo error!; Chechu quiso ir un paso más allá y no sólo falló, sino que mandó el balón a saque de banda. Y entonces sí, va y aparece Fernandito para que su patapúm parriba (en el tercer tiempo declaró con nostalgia cómo su vecino en la vida y en la zaga le enseñó a pegar en largo al balón) superase al guardameta -por llamarlo de alguna forma- y entrase botando (pom-pom-pom) para aumentar nuestra renta. El partido seguía sin mucha historia, ya con 4-0 y las fuerzas empezando a flaquear sin posibilidad de largas estancias en la banda al disponer sólo de un cambio pero en una contra (según narran las leyendas ya que no me acordaba) Marcos deja a Chechu en un mano a mano ante el portero rival que con maestría gatuna resolvió. Para Motor Carrera nada es suficiente y seguimos buscando goles, sobre todo Charlie, de palomero perpetuo. Su gozo en un pozo porque fue Marcos el que, en un saque de esquina, volvió a anotar para las hordas blancas. Todavía quedaba otro por anotar que fue obra, onemoretime, de este servidor de ustedes. Con Chotones volcado al ataque, volvió a darse la circunstancia de tres contra uno de los suyos. Todo acabó como se suponía que iba a terminar: con gol. No somos de sorpresas, tampoco para esto. Con el 7-0 y Chocho ya festejando que iba a dejar su portería a cero...


Cocho, creyéndose imbatido.

...decidimos no darle esa alegría al portero demente por haber llegado 10 segundos tarde. Así, dos jugadas seguidas en la que nos pillaron por banda terminaron con dos goles del rival que, al menos, podía festejar no pasar por debajo del futbolín. Sin más sobresaltos terminó el encuentro, el primero de este 2016 en el que todavía no nos hemos puesto a dieta de goles, y que siga así.
Datos de (des)interés:
  • Numerosas ausencias en las filas motorcarrerísticas. El delegado hizo dejación de funciones para irse a los montes cántabros (la copia de la copia de los gallegos); el padre del milenio tampoco acudió; Luisillo, indispuesto para la práctica del deporte; José, matando Bambis inocentes por los campos extremeños; y Víctor, que dejará de  salir en esta lista pero esta vez le mencionamos por ser su primera ausencia al haberse ido a emprender un negocio de comida turca a Estambúl). Tampoco acudió Álvaro, que no es oficial, pero sí afirmó que iría y nadie supo de él. Las caídas de guasap son así…
  • El público que logró arrastrar Motor Carrera a los Aragonés fue, más o menos, de cero absoluto. Ni un alma aficionada al fútbol amateur estuvo apoyando nuestra victoria. Segundo partido consecutivo en el que eso ocurre, preocupante.
  • La tabla de goleadores se modifica. Tres dobletes se hicieron ayer; El de Marcos y mío nos permite a ambos seguir líderes, alejándonos de Álvaro, y el de Fernandito supone su estreno como goleador esta temporada superando al equipo de los monogol. Chechu con su tanto continúa cuarto al sumar cinco dianas, y es su mejor registro en todos estos años. De hecho, seguramente esos 5 son más que sumando todas las temporadas pasadas. Enhorabuena, gato.
  • Chocho no pudo irse sin encajar goles. Aunque es de destacar una buena parada (¡con las manos!) en la primera parte a un disparo desde fuera del área que iba con las intenciones del Turco (esto es: entrar en la portería). No tuvo excesivo trabajo, por lo que desde este blog sólo podemos decir: DE NADA, comunista.
  • El tercer tiempo se desarrolló entre jarras de cerveza, sándwich número 3 y hamburguesas dobles sin incidencias reseñables más allá de las ausencias de Marcos y Chocho, que parecen no querer confraternizar entre camaradas.

Así concluye la primera crónica de 2016. Buena vuelta a los campos y rara, ya que solemos pifiarla después de los parones. Jugar la Liga de los seis primeros es una realidad, ¡a por ello, tovarich!

Escrito por: Xaime Méndez Baudot