Vergüenza

Lo cierto es que todos los adjetivos que se llevó el Real Madrid en Alcorcón nos los podríamos llevar nosotros hoy (humillación, desastre, ignominia –esta nadie la dijo, que los periodistas deportivos ya se saben que vocabulario poco-, escándalo, vete ya, vete a tomar por culo…-esta última hasta la dijo ‘el 6’-, etcétera) porque ha sido desastroso.

Desde el principio, con 0-0, se veía que no era lo nuestro esto del fútbol. El menda tirando al palo, obcecándose en no levantar la cabeza –otros también- y demás historias en las que no voy a entrar para no hacer sangre nos llevaron a un descanso en el que si bien el marcado estaba igualado las sensaciones eran malas, malísimas.

Y así empezamos la segunda mitad, el abajofirmante como últimamente, sin hacer nada, y con un agujero en el centro del campo considerable. Y llegó el primero en contra…y el segundo –con un Fernandito que haría buenas migas con Pepe en eso de pegar palizas tontas- y fue el fin de Motor Carrera. Decidimos que daba igual ocho que ochenta y la defensa no existió, el centro del campo era un batiburrillo de gente y delante no dimos una a derechas, ni a izquierdas. En estas llegaron los otros dos goles de VII Hortaleza, resaltar el último, ejemplo máximo de la desidia de este equipo cuando las cosas no se ponen de cara.

Demás asuntos de una jornada negra:

• Nula asistencia de público. Volvemos a ser un equipo sin masa social. Envidia del campo pequeño, donde la grada era más numerosa que el banquillo y el campo junto. Eso si, ausencia injustificada del casado más casado de todos, Frodo Bolsón Marco Antonio.
• Otra vez ‘la árbitra’. Que desastre, que asco, que arcadas, que manera de desprestigiar a los árbitros, a las mujeres y a la población sudamericana. Ninguna culpa en nuestra derrota pero sacar fuera un penalti claro y, como acostumbra, no señalar NADA y pitar fueras y córners sin indicar quién saca la convierten en el último escalón de la sociedad por detrás de nosotros mismos, de yonkis y de gitanos.
• Rival con cierto nivel de mariconismo al que solo le faltó gritar “¡ei, que me hacen daño!”. Salvar a ciertos miembros que eran la mar de normales pero esas pequeñas islas –dos en particular, uno jugador de ajedrez profesional- le ponen bajo mínimos en onvría. Resaltar al hombre de la banda, un tío que casi mata al quejica por ser una nenita.
• Y ya, nos centramos en nosotros. Hablando de onvría, faltó de eso por los cuatro costados en Motor Carrera. Pasotismos, gritos, vestirse e irse, individualidades inútiles y demás mierdas (como gráficamente expresó el jefe del blog) nos hacen de nosotros, hoy, 1 de noviembre, Día de Difuntos, más muertos que muchos de los que andan bajo tierra.
• Destacar, como ya cité, el cuarto gol. Horror de los horrores, indescriptible e increíble lo que se veía. Papi quitándose los guantes, Álvaro dándole la mano a los rivales…un final de partido que sólo ellos creyeron y que uno, a nivel personal, alucinó.
• Respecto al juego. Ni dos pases seguidos, balones en largo sin sentido y, al final, creo recordar que UN sólo tiro entre los tres palos. Esto hace que la tabla de goleadores, como no podía ser de otra forma tras lo visto, siga igual que la semana pasada.
• Lo que si cambiará será nuestra posición en la tabla. Si bien perder un partido es algo que tarde o temprano iba a pasar, la manera en la que se produce: sin actitud, gritos entre nosotros y patapaladas varias hacen que, aunque ninguna sea honrosa, esta derrota sea para ciscarse en nosotros hasta que el olor sea tan fuerte, tan fuerte, tan fuerte que haga que a Papi no se le acerque Rebeca en toda la semana, lo mismo que a Víctor con Noe, a Chechu que no pueda entrar en el CEU sin que sus amigos pijos le crean barrendero, que a Pedro le echen del Santander, a Fernandito que le extirpen el gen de la violencia, que a mi me dejen sin fichas ni pretendientes durante un año y, por no centrarme más y “parafraseando” a Guti, que nos den por culo.

Quiero decir que aunque pueda desahogarme divertidamente, me saca de quicio la bazofia de partido que hicimos. ¡Tenemos! que jugar mejor, ¡tenemos! que ser un equipo, exijo no ser mediocres nunca más.

Se acabó lo que se daba. Los sueños no eran más que eso…