Como un sábado noche cualquiera para los solteros del equipo: casi, pero no. Este resumen en una frase es tan bueno que podría terminar ahí la crónica, pero, después de un día de retraso, pregonáis por algo que llevaros al catre visto que no se consiguió ni la victoria ni una mujer.
Motor Carrera perdió su tercer partido en cuatro encuentros, el peor arranque que se recuerda desde el trasvase del cemento al césped artificial, pero, al menos, en esta ocasión perdió con honra. Comenzó una primera parte muy serio atrás, característica de otrora de las hordas blancas, para intentar aprovechar las dos o tres oportunidades que se nos presentasen en contraataque (cuánto aprendimos con Mourinho). Con lo que no se contaba era con que esas tres ocasiones de las que dispusimos se fallasen. El capitán, redactor, número 10, guionista, ministro de Propaganda y, en resumen, co-amo y señor de esta güeb, disparó fuera una ocasión clara y no supo reaccionar ante el fallo de un defensa que le dejaba sólo.
Por suerte, Víctor estuvo a bien enmendar tanto "¡gooooo…uyyyy!" con un disparo lejano que, tras efecto extraño a lo CR96millones, nos daba ventaja. Ellos tuvieron las suyas, pero se solidarizaron con nuestra forma de actuar -y alguna buena intervención de Luis, nuestro portero por un día- y no movieron su marcador.
MC tiene dos caras mil veces vistas y conocidas: una muy seria de defensa y contraataque -primera parte de ayer- y otra de empanada gallega del tamaño de la provincia de La Coruña. Así empezamos la segunda mitad, lo que conllevó un gol -con algo de fortuna al rebotar del palo en Luis y entrar despacico- y comenzar la segunda parte como la primera: con empate. Las hordas no se amedrentaron, y tras unos minutos sin ningún dominio claro, llegó el gol de Álvaro; nuestro pichichi por el momento. Una jugada al primer toque hasta dentro del área, con disparo sutil (por no decir maricona) que nos alegró el domingo…
…hasta que, en una nueva demostración de lo galllegos que somos, encajamos tres goles casi consecutivos por malas decisiones en las bandas y una inactividad manifiesta que, en juicios sumarísimos, podríamos calificar de "dejación de funciones". However, con un 4-2 en contra y el alcohol del sábado noche empezando a recordarnos que existía, logramos una jugada (al contraataque, bendito contraataque) que terminó con derribo sobre Víctor en el área. Penalti que la autoridad de menor rango del club (ya no es la única) se encargó de marcar por el centro, como los valientes (?) con algo de suspense.
A partir de ahí fue un querer y no poder (nuestro físico es limitado) y terminó con un gol esperpéntico -se demuestra nuestro galleguismo ya que fue Valle-Inclán el que lo inventó, gallego (cultura que regalo)- de falta: Disparo lejano que da en la barrera, la toca Luis, da en el larguero, baja el balón, Luis empieza a pensar "la estoy cagando, la estoy cagando, la estoy cagando…" y, la cagó. Un manchón a nuestro serio partido que acabaría con el 5-3 final pero con una sensación de que, si nos ponemos, podemos.
Apuntes en sucio del encuentro:
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Siguiendo con los estrenos: debut en el banquillo de Fernandito debido a su esguince de rodilla que el reflex, su amigo, no pudo evitar. Según las cuentas médicas le queda otro partido en esta labor y aunque no empezó mal, cierto es que hubo un momento de no tocar nada cuando nos cayeron tres goles seguidos que hizo al personal rebelarse contra el míster. Fernandito, paga la ronda; primer aviso.
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Rival bueno técnicamente que, por extraño que parezca, nos mete más en el partido. No fueron chulos ni tiraron de frivolidades cuando iban ganando que, personalmente, me encabronan. De hecho, hubo un momento de encabrone con el colegiado que pagué con el número 6 que no tenía culpa de nada y pasaba por ahí. Rubén tuvo su momento bronca Diego Costa al echar en cara a un rival una patada desde el suelo. Tenía razón y el rival así lo vio que, en los minutos siguientes, se acercó a pedirle perdón.
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Tercer tiempo en la Cervecería Burgos con la camarera dominicana que Rubén quería ligarse y, como era tímido, nos la encasquetaba a los demás. Traía jarras cuando quería -algo que tampoco nos importa mucho- y exigió su propina después de "habernos aguantado". Estos comportamientos no se tolerarán más y, quiero recordar, que con la malagueña novia de Luisillo esto no pasaba.
Con esto se pone punto y final a la crónica de otra derrota pero que nos puede servir para aprender cómo hay que jugar y cómo llegaron los éxitos a este nuestro equipo: seriedad atrás y correr. Sus aportaciones, en los comentarios.
Fin de la cita.
Expectativas vs. realidad
Escrito por: Xaime Méndez Baudot
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