Porque ser regular no implica serlo en las buenas, sino también en las malas. Y Motor Carrera se ha instalado en la regularidad de la cloaca del fútbol y, como causa de ello, de la escasa forma física. Parecemos toros de Núñez del Cuvillo: empezamos fuertes, aguantamos, parece que todo va como tiene que ir y, de repente, muerte en vida: las carreras se convierten en paseos, el sudor niebla la vista y ‘los Messi’ empiezan a subir desde el estómago de más de uno.
El partido del domingo fue una muestra más. Las ideas nunca nos han fallado, así que bien plantados anduvimos durante la primera mitad con oportunidades por ambos lados. A destacar un disparo desde lontananza de Chocho que se estrelló en la escuadra y que hubiese dejado en gol de empujar el de Huntelaar a Casillas en la ida de Champions. Pero ya saben, el ying y el yang, por lo que Motor Carrera sigue pagando aquella liga ganada y el que primero ‘metió en caliente’ fue el rival tras una contra que nos pilló con lo puesto.
La reacción no se hizo esperar, y un disparo de Álvaro sin aparente peligro desde el extrarradio de Parla (que imagínense si debe estar lejos) se coló en la portería rival con el portero de paseo por la línea de gol, sin intentar hacer nada alegando que, el colegiado, “había pitado falta”. Desde aquí, con todo nuestro cariño y aprecio por la salud ajena, le recomendamos acudir a un otorrino no vaya a ir a peor ese oído. El partido transcurría como se suele definir a las madres una salida nocturna “como siempre, con estos”. Entonces llegó el segundo gol rival tras una meritoria parada de Luis, nuestro portero por un día, que no pudo redirigir el despeje y dejó a merced del rival empujar a gol el balón. 2-1 y poca historia más hasta el descanso.
Con el marcador ajustado parecía que seríamos capaces de intentar darle la vuelta al marcador, pero, once again, la realidad se encargó de demostrar que hacerse expectativas es la mejor forma de hostiarse que hay. Álvaro se lesionó, por lo que no había cambios aunque Luisillo pensase lo contrario, y siete justos, con los cuerpo chope que tenemos, dio para aguantar 10 minutos. A partir de entonces cualquier ataque rival era peligroso y potencialmente letal. Así empezaron a subir goles al marcador, aunque habrían sido muchos más sin una actuación estelar de Chocho, que volvió en la segunda mitad a la portería, que también dejó su marca de la casa.
Una segunda parte sin historia y sin aliento por nuestra parte que, sin embargo, nos dejó alguna oportunidad fallida. Es un “debe” en nuestro balance el materializar algo más, aunque cierto es que no nos caracterizamos por ser un equipo goleador, y, sobre todo, recuperar la seguridad defensiva de antaño que nos llevó a ser el equipo menos goleado de Hortaleza y parte del extranjero.
Con estos pensamientos en la cabeza de más de uno la nueva árbitro pitó el final, con una pose muy bien estudiada de visualizar vídeos, y nos fuimos a beber.
Apuntes en sucio:
- Las bajas fueron numerosas, apareciendo sólo ocho jugadores a los campos: Charlie, aquejado del virus irseporlapatilla, Diego, con una enfermedad no especificada, Marco dedicándose a sus labores, Rubén apatrullando los pueblos y Chechu de excursión familiar a la ‘ciudad de vacaciones’. A estas bajas se sumó la de Álvaro al inicio del segundo tiempo por un “ay que me duele esto” que dejó al equipo sin cambios.
- En ese instante surgió el momento cómico-taurino del partido. Luisillo, echando higadillo, pidió el cambio sin mirar quién entraba (sin mirar, a secas). Se salió del campo, se fue a tirar al suelo y sólo por nuestros insistentes gritos de “¿qué haces?” reaccionó con un “pues cambiarme, ¡no me véis!”. Al enterarse de que no había cambios volvió al campo acordándose de toda la familia de Álvaro y de quien inventó este deporte.
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Aunque el día invitaba, las gradas estuvieron desiertas. Debido, principalmente, a que nuestras socias son gruppies de Chechu y, al faltar este, se acabó la magia.Nota de la dirección: el redactor habitual debió confundir a Sebas con un señor que pasaba por allí. - Chocho dejó su puesto bajo palos a Luis, que venía de pasar una noche alegre y una mañana jodida (y no por la fiesta y la resaca). Buena actuación al encajar dos goles. En la segunda mitad volvió el portero titular, encajando más goles pero haciendo bastante para que no fuese un saco. Eso sí, su modo karateka apareció en todo su esplendor al intentar detener un balón que iba a la altura de su pecho o, lo que es lo mismo, de mi cabeza.
- Con la ausencia de Chechu, Pedro volvió a encargarse de dirigir al equipo; aunque no tuvo mucho trabajo al haber sólo un cambio y, al poco, ninguno.
- Álvaro sigue distanciándose en la tabla goleadora y suma una nueva diana a su año. Lástima que no sirvan para colocarnos más arriba.
- Arbitraje dentro de lo entendible y asumible, tanto es así que ni el capitán y escritor se enfadó en ningún momento. Hay dos mujeres que arbitran, la hija de Lucifer y la del domingo. No es muy habladora pero, al menos, no lo hace del todo mal. Mención aparte el comentario de Luisillo al verla de “lástima que no esté Rubén, que fijo que la entraba”. Dejamos al joven picoleto responder a ello cuando la vea en persona.
Con esto y las cervezas sempiternas acabó un domingo más marcado por la regularidad en la derrota. Tiene su mérito, no nos lo quiten. Queda un partido antes de afrontar el Torneo Marca, para lo que nos llevamos preparando todo el año.
He dicho.
Donde el resto del mundo ve un balón a las manos esto es lo que pasa por la cabeza de Chocho
Escrito por: Xaime Méndez Baudot
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