El aspirante tumbó al campeón

Debido a que mis padres no se aclaran y a otras historias que ninguno de los que se meta en este Jran Vloj querrá saber no viajo a La Coruña con nocturnidad, por lo que la crónica la realizará el cronista habitual, asi que que no sufrirán los juntaletras que resultan ser las del webmaster-amoyseñor.

Y tras este pequeño párrafo a modo de aclaración y puya a mi jefe comienza la crónica de la victoria que Motor Carrera ha cosechado hoy ante un rival difícil como Tolima (lo demuestra que de cuatro partidos que hemos jugado este es el primero que les ganamos; 25%, no está mal). Rodaba el balón en los albores del partido sin mucho sentido y con un soniquete de fondo que sorprendió a propios y extraños: los gritos de nuestros compañeros. Entre eso, ver el balón volar y la lluvia lo de esta tarde parecía más Vietnam que otra cosa, y los acontecimientos no ayudaron a despejar los nervios y tensión de Motor Carrera ya que tras una jugada en la que sólo Belcebú sabrá cómo entraron tantos tíos de Tolima se adelantaban en el marcador, no sin suspense ya que Chocho no estaba dispuesto a regalar un gol en contra -ya sabéis lo rata que es- y tras una primera parada en mano a mano y ver cómo el balón llegaba a otro rival tuvo tiempo, desde el suelo, de sacar las manos y dejar el balón muerto, bastante era, que ya con rabia remachaba a gol con un “¡joder ya!” saliéndole por la boca. Con un gol en contra y con nosotros desquiciados corría la primera mitad hasta que un poco de lucidez permitió a Chocho descubrir que nuestra banda derecha era un filón ya que atacaban mucho por esa banda pero no la defendían con la misma intensidad; el portero karateka amante del sur de Francia le dio un balón al humilde (?) escritor de estas líneas que tras una diagonal fue derribado al borde del área. Falta que se empecinó en sacar Fernandito con sus botas fluorescentes que, debemos hacer justicia, parecen ir solas -de ahí su precio- y con un tiro al palo defendido por el portero a un palmo del suelo puso el 1-1 en el marcador que nos permitió no creer en que la Liga se evaporaba (vamos, lo que los periodistas con trabajo, no como yo, suelen decir “fin de ciclo”). Tras las típicas imprecisiones y balones volados llegó el descanso de un encuentro que corría el peligro de ser una especie de deja vù de la ida: partido trabado con tufo de empate.

Con estas comenzamos la segunda mitad volviendo a lo que Chocho llama “fútbol rústico”, otros la seña de identidad de Motor Carrera y otros, simplemente, nos limitamos a coger sitio para ver volar balones. Aunque todavía se nos escapaba alguna jugada trenzada, por bajo, que tampoco es que tuviese mucho peligro pero que nos deja a los bajitos del equipo tocar un poco el balón -claro que ya se sabe que es una leyenda eso de que al fútbol se juega con el balón-. Como muestra de estos pequeños momentos de balón, el sombrerito de Luis a un rival que le tiene loco por el youtube mirando cosas parecidas o la jugada que Álvaro decidió desaprovechar tirando con poco ángulo habiendo dos jugadores esperando un pase de gol. Caca de la buena todo esto, o eso debió pensar Chocho y Fernandito que volvieron a colgar balones. Y claro, al final resulta que funciona eso del pase largo porque de uno de esos Luis se la da de primeras y con la rodilla -la nueva rodillinha- para que Álvaro la reventase al palo corto ante lo que nada pudo hacer el portero de Tolima. ¡Gool! de Motor Carrera y una sensación de alivio comparable a la de llegar a tiempo al meadero de una discoteca llena con el baño al fondo. Y como nosotros otra cosa no, pero cabezones somos un rato (y más si se nos da la razón) seguimos a lo mismo: defender con orden, como todo el año, y atacar a tropel y, a ser posible, por alto. Aun con esto Tolima no es manco, o cojo en este caso, y sabe tocar el balón; aunque por suerte sólo tuvieron ocasión de tirar desde la frontal del área, con poca fortuna para ellos en sus intentonas, y un par de córners que conseguimos solventar por fortuna o colocación, que cada cual elija. Pero esto no podía ser todo, Álvaro tenía que marcar un gol de esos que le gustan a él, y no es otra forma que la de pelearse con toda la defensa para marcar, y la verdad que lo hizo con una perfección que sólo se ha visto igualada, incluso puede que superada, por ese bigote tan bien perfilado con el que nos deleitó el curso pasado. Balón de Chocho, asistente habitual desde su portería, que Álvaro pelea de espaldas a portería entre dos defensas, consigue bajarla con el pecho y dejárselo para girarse sobre sí mismo y medio cayéndose superar, con algo de fortuna, la salida del portero. Dos goles de diferencia ya eran colchón, no suficiente, pero sí confortable para encarar los últimos nueve minutos de partido. Y estos los disputamos con novedades en el sistema, un 3-3 defensivo que, de haber estado presente, sin duda habría hecho llorar de alegría al mismísimo don Fabio Capello. Y más cuando se vio que funcionó y los últimos compases transcurrieron con Tolima tocando a zafarrancho y MC haciendo una defensa que ni los cuatro de Numancia ante Escipión.Y pitido final, contra mi oído, sin que se moviese el marcador y dejándonos con las mismas posibilidades de ganar la Liga, y con un partido menos que disputar.

El anecdotario:

• Ausencias en el Tolima’s Day de Pedro, que sigue haciendo del mundo su mochila y todavía no regresó de Argentina, Marco, que tenía que dar de cenar al rapaz y hacerle dormir y Rubén, de comida familiar.
• Creo que hoy igualamos el record histórico de asistentes a un encuentro de Motor Carrera llegando a la para nada desdeñable cifra de ¡¡cuatro!! aficionados. A la habitual Rocío se sumó su hermano José, Sebas se pasó (imaginamos aburrido en su casa) y volvió, por segundo partido consecutivo, Almudena. Que desafiando a los elementos y a su etiqueta que en el partido anterior se le colocó de “gafe” decidió volver…seguro que tras el gol rival quiso meterse debajo de las piedras.
• La tabla de goleadores empuja un poco más a Álvaro hacia el Pichichi y separa a Fernandito del vasto grupo de monogoleadores al ponerle con dos golitos; su máximo nivel anotador así que ahora, ¡que se dedique a defender!
• Regresó a la portería, tras su ausencia de la semana pasada, Chocho. Volvió el Zamora del Distrito y sigue con su media de gol por partido ya que nada pudo hacer en el único gol de Tolima, y bastante hizo porque estuvo a un plín de hacerse una triple parada que hubiese sido antológica.
• Toca hablar de Tolima y como sabemos que nos leen y que me identificarían entre una multitud como el escritor de MC sólo cabe decir que son todos unas grandísimas personas que tendrán bien merecidas a sus novias -o novios, nunca se sabe-. Ahora en serio, son un equipo duro que ponen las cosas difíciles y que saben que el fútbol no es cosa de señoritas y que quien no quiera choques que juegue al ajedrez pero, en su mayoría, sin suciedades propias de valencianos y lloricas. Excepción, como en todo, al ver como el defensa menos agraciado capilarmente se llevaba por delante a Luis sin balón de por medio y que se quedó mirándole con malos modos sin levantar una mano a modo de disculpa o extenderle la misma para ayudarle a levantarse. Pero, por lo que mi parte respecta, ya nos gustaría que todos los equipos que luchan por estar arriba fuesen así y no unos picados que piensan jugar el próximo año en el Bernabéu por cómo se lo toman.
• Yo cada semana me sorprendo más en este apartado, porque cada semana coloco a un nuevo árbitro la etiqueta de “paquete del año” así que vamos a dar el premio, a final de año, al menos malo. Está reñido, lo sabemos, pero lo difícil nos motiva. Del de hoy decir que pitaba basándose en gritos y no en faltas de verdad y que debe pensar que al fútbol se juega con las manos porque no pitó ni una. Además, alguien debería explicarle el término “juego peligroso” ya que levantar el pie mucho sin nadie cerca no es nada y sí cuando está gente cerca -lo hizo justo al revés-.
• Tercer tiempo raudo y veloz en el bar comodín de la Avenida San Luis, al lado de El Mundo (para la próxima llevo CV) que se disipó rápidamente por la prisa que un servidor tenía y que al final quedó en nada.

Con esto doy por concluida la crónica de la victoria al equipo al que siempre apreciaré por aquel partido bajo la nieve (y con campo blanco, obvio) que jugamos el año pasado y que fue el punto de inflexión de Chocho, lo digo porque se comió dos de los cuatro goles…no todas las semanas te íbamos a alabar y como ya estás de vuelta, toca. Ahora a concentrarse en una semana de guerra total, donde nos jugamos todo. No podemos fallar; hemos nacido para momentos como estos y los que vean que no están preparados para tamaña empresa, que se traguen la cápsula de cianuro que venía con cada camiseta para momentos de máxima tensión.

La cosa no pintaba bien, nos habíamos cavado una trinchera de la que no podíamos salir…¡pero el valor afloró cuando ya no se le esperaba!