La fiesta de la democracia pilló a Motor Carrera recién salido de la cena navideña, por lo que no quedó más remedio que empalmar (especialidad de la casa) nuestra fiesta con esa otra de urnas transparentes. Especialmente implicado estaba el 4 del equipo, que amaneció compartiendo el jingle más pegadizo de la política (lo que es, es: el PP lo petó con la cancioncita) y anocheció con un muy cristiano “¡buuuh!”.
Tras ejercer nuestro derecho a voto (y de no poder impedir que lo hiciese Chocho), MC tenía por delante el reto de terminar la jornada con victoria, un deseo que se hizo pedazos en menos tiempo del que tarda Pablemos en decir casta. Tres boquetes defensivos supusieron tres goles en contra. La torrija era importante y el entrenador Herranz, temeroso de ser despedido antes que Rafa Benítez, movió ficha. Con la nueva disposición táctica no se lograron muchas mejoras, pero sí un gol: un córner que no llega a cabecear José y que Álvaro, después de un control que bautizaremos como “qué cojones hace esta cosa redonda delante de mí”, empujó a placer. El 3-1 motivó a las hordas blancas, que tocaron zafarrancho y dispusieron de alguna clara oportunidad, aunque no se materializó en gol. De hecho, la primera mitad terminaba con un disparo de falta de Pedro que no fue gol por poco, aperitivo de lo que estaba por llegar.
Antes de salir al campo en la segunda mitad, la conjura de MC fue clara y tuvo reminiscencias podemitas: “Vamos, chavales. ¡Sí se puede!”, y eso que el único coletero del equipo estaba amañando resultados en la Junta Electoral. El ardor guerrero se notó tanto que al poco de comenzar la segunda mitad, efectivamente, nos marcaron el cuarto. Entonces sí, nos olvidamos de tácticas y mierdas de esas que no le importan a nadie y a contestamos como lo hacen los mejores: con ataques a lo loco. Al poco tiempo, Chechu cazó un balón suelto en el área rival metiendo la puntita de la bota. Con ese 4-2 el grito podemita de Motor Carrera era un clamor, y a falta de perros y de flautas, buenos fueron los cojones que pusimos encima de la mesa. Pedro, igual de pícaro para endosarte comisiones que para tirar faltas, engañó al rival lanzando por debajo de la barrera. Su salto, nuestra sonrisa. Con 4-3 el miedo cambió de bando (de frasecitas podemitas va la cosa) y a Rulas le entró el pánico. Tocamos zafarrancho y nuestro adorado rustic style dio sus frutos: un balonazo desde nuestro campo llegó inexplicablemente a Álvaro que, sin oposición, anotó el empate.
En ese momento el pensamiento generalizado era de victoria, de reMOUntada y de otras gilipolleces pero el fuelle ya no daba para más. Con empate volvimos a pecar en defensa, lo que nos provocó algún susto que, por suerte, no supusieron goles gracias al palo, a Pedro y a un par de intervenciones del portero Antes Conocido Como Comunista Y Ahora Bipartidista (ACCCYAB). No obstante, en el último minuto la victoria pudo ser nuestra pero primero Álvaro y después Rubén decidieron ser magnánimos y no estropearle la fiesta de la democracia al otro equipo. Juntos como hermanos. El partido terminó con MC con las manos en la cabeza por esos dos errores, pero con un surco en el campo 2 del Panceta Stadium de sacarnos los cojonazos para remontar una situación difícil. Ni el negro de guasap la tiene tan larga. Por ello, ¡grande equipo!
Álvaro haciendo un Julio Salinas...
...y Rubén un Loco Abreu en toda regla
- Ausencias de Luisillo, que le tocó ser testigo de esa fiesta repitiendo cada diez segundos “¡vota!” en una mesa electoral de Móstoles; Víctor y Charlie, contadores oficiales de votos; y Marcos, que no ha justificado su ausencia por lo que se lleva una tarjeta amarilla como una casa. A la siguiente llamamos a su madre para preguntar por qué hizo pellas.
- Nula presencia de público. Ni siquiera Mar, delegada consorte, se dignó a aparecer. La junta directiva de MC replanteará su política de acercamiento a los aficionados si esta es la respuesta a ser invitados a participar en la cena previa. Arrieritos somos…
- Con los dos goles de Álvaro se crea un triple empate a seis en cabeza de la tabla de goleadores: Marcos, el primo marrón y este servidor de ustedes. Chechu marca por segunda jornada consecutiva, cogiéndole gustico a eso de meterla y Pedro se estrena, por fin, esta temporada. Su estadística de faltas comenzaba a parecerse, peligrosamente, a la de Cristiano. Nos alegramos de que no sea así.
- Por su parte, Chocho encajó cuatro goles, pero tuvo un par de intervenciones de mérito. En una de ellas, incluso gritó “¡vamos!” nada más tocarla antes de que terminase la jugada. Su implicación es máxima, como se ve. Quizá pudo hacer más en el cuarto, pero su estilo karateca de pierna suelta no es negociable y nunca irá con las manos a ese tipo de balones. Lo asumimos.
- Un tercer tiempo extraño. Que sí, que no (que nunca te decides) y, al final, una jarra rápida que amablemente nos sirvieron aunque terminásemos cerrando las instalaciones junto a las dos camareras más jóvenes y guapas de cuantas hay en las instalaciones del Sporting.
¡Salud, camaradas! (guiño por si las fuerzas bolcheviques terminan haciéndose con el poder)
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